Las razones de la destacada campaña del equipo marplatense que sueña en grande.
Por Juan Miguel Alvarez
Hay que hablar de Kimberley. Antes del desenlace del torneo, es necesario hacer un reconocimiento a la campaña, el juego y los nombres propios del equipo marplatense que es la revelación del Federal de fútbol.
El recién ascendido del Regional Amateur llevó cada vez más allá sus límites y objetivos. Aseguró la permanencia, logró la clasificación a la Copa Argentina 2025 y está a un paso de meterse en las semifinales por el ascenso a la Primera Nacional.
Empresa muy difícil todavía. Pero que tiene en la mira a una fecha del final gracias a su brillante actualidad.
Por lo pronto, ya estuvo por encima de clubes con pasado no muy lejano en Primera División, con historia en el ascenso, con billeteras más abultadas, con provincias detrás, con jugadores con mayores pergaminos.
Kimberley mantuvo la base del plantel del Regional y se reforzó en puestos específicos. El manager (Juan Vuoso) y el entrenador (Mariano Mignini) tuvieron una pericia notable para seleccionar las piezas necesarias.
Los que llegaron elevaron la competencia y el nivel. Sobre todo, en la parte ofensiva, donde fueron fundamentales Áxel Pereyra y Uriel Iehara, el último llegado en el receso de mitad de año.
Pero también los que ya estaban dieron la talla. Lo del arquero Nicolás Báez fue una continuidad de su gran Regional.
Mateo Rinaldi, quien hace poco jugaba en el fútbol local, mostró la prestancia de un zaguero de años de batallas. En los últimos partidos fue clave en las dos áreas. Lo ayudó su ladero Santos Bacigalupe, el capitán, un líder silencioso, cuya regularidad es asombrosa.
Kimberley se afirmó en la categoría en la fase inicial y después de la clasificación a la Zona Campeonato lució ante los rivales más exigentes.
Mignini apostó a un 4-3-3 que, a priori, podía considerarse “desequilibrado”. Con un solo mediocampista con vocación de marca (Nahuel Roselli) y cinco futbolistas cuyo hábitat natural es el último tercio del campo.
Sin embargo, el equilibrio se lo dieron los jugadores y el funcionamiento. Con un mediocampo al que le sobró fútbol.
El desafío fue enorme para los defensores, que se “bancaron” muy bien el uno contra uno y el campo amplio a sus espaldas. Con dificultades lógicas ante delanteros muy buenos (Ezequiel Cerica de Villa Mitre y Leandro Larrea de Olimpo, por citar dos que los complicaron), pero también con muchos más duelos ganados que perdidos. Y, eso, con los riesgos asumidos, no es poca cosa. Porque los laterales (Tomás Loscalso y Hernán Sosa) también tienen sus responsabilidades en las dos fases del juego.
Qué decir de Roselli. Con 39 años, es una de las figuras del torneo. El jugador que contagia con su caracter, que sabe exactamente por dónde moverse, que recupera y juega. Y, con veinte años menos, Agustín Vázquez está siempre listo para darle energía al equipo.
Pero el nivel más sorprendente es el de Ezequiel Goiburu. No por sus condiciones, las que mostró ya desde sus inicios en Cadetes. Pero sí por su “reconversión” a un jugador integral y regular en el buen sentido de la palabra.
Mignini tuvo mucho que ver. Le dio confianza, herrientas y contexto para ocupar el nuevo puesto, mucho más cerca del “5”. Donde finalmente explotó, como se esperaba desde hace tiempo.
Porque el pibe que hacía diferencia en Mar del Plata no lograba hacerse fuerte en los torneos más importantes. Por una cuestión física o mental. Y ahora, por el contrario, es indispensable e irremplazable. Tiene despliegue para ayudar en la contención, gambeta hacia adelante, pase entre líneas, llegada al área. Un verdadero “todocampista” con rendimientos muy buenos de forma continua. Kimberley es su casa, hoy juega cosas importantes, pero si lo vieron en los últimos partidos, debe estar anotado en las carpetas de varios clubes.
Leonel Iriarte es otro que se adaptó perfectamente a su nueva función. Con mayor libertad, porque muchas veces busca el espacio detrás del “9”, donde mejor se siente. Su capacidad para eludir en espacios reducidos es un arma que no tienen muchos y que permite abrir caminos también por el callejón central. Su llegada en el Regional fue otro gran acierto de los que están línea de cal hacia afuera.
Áxel Pereyra tiene capacidad para asumir el uno contra uno por la banda con su técnica y velocidad; como también Matías Gómez, cuyo nivel está un escalón por debajo, aunque justificado en su largo tiempo de inactividad.
Más allá de sus virtudes individuales, todos fluyen dentro de la esencia asociativa del equipo. Incluso Iehara, quien sabe mucho más que hacer goles: utiliza bien el cuerpo, juega bárbaro de espalda y tiene criterio para pasar la pelota al lugar más útil en el momento oportuno.
Lo que sucede en la cancha es una consecuencia de la conducción. Mariano Mignini, con menos presupuesto que la gran mayoría de los rivales de la categoría, formó un equipo con identidad, que da gusto ir a ver.
Los dirigentes, sin hacer locuras desde lo económico, pusieron ladrillo por ladrillo para construir un Kimberley capaz de competir cada vez más arriba. Con bases sólidas, por la infraestructura y por el trabajo de años realizado desde abajo (divisiones inferiores) hacia arriba (hoy el Federal). De allí los Vázquez o los Collazo.
El mérito es mayor si se tiene en cuenta que Kimberley es un club con fútbol, no de fútbol. Aunque el fútbol sea hoy un motivo de orgullo.
Kimberley visitará a Camioneros el domingo 15.30, mismo horario que se jugará Argentino de Monte Maíz y Bolívar.
Al mismo tiempo, Círculo Deportivo se jugará la permanencia en el Federal como local de Juventud Unida Universitario. El equipo otamendino necesita al menos un empate o que Ferro de General Pico no supere de visitante a Estudiantes de San Luis. Caso contrario, tendrá un desempate con los pampeanos para evitar el descenso.
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